Desierto Parte 4 – Los Miedos
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” – Isaías 41:10
Sabemos que el desierto trae consigo pruebas y que necesitamos una razón poderosa para atravesarlo. A lo largo de ese camino, lucharemos con nosotros mismos y enfrentaremos un factor inevitable: el miedo. Esto ocurre porque estamos saliendo de nuestra zona de confort.
Las águilas son uno de mis animales favoritos, en gran parte porque vuelan a grandes alturas. Si te pregunto: ¿te gustaría volar alto como ellas? Seguramente responderías que sí. Curiosamente, cuando la madre águila siente que sus polluelos deben dejar el nido, estos se resisten, ya que se sienten cómodos y seguros. La madre entonces los empuja, y es en el aire cuando ellos empiezan a luchar con sus alas, dándose cuenta finalmente de lo que pueden lograr.
Atravesar el desierto trae miedo, y por eso muchos prefieren quedarse donde están, creyendo que es más seguro. Pero debes saber que no hay nada seguro en quedarse quieto; lo único que tienes seguro al no avanzar es que, eventualmente, te estancarás. El miedo (cuando se convierte en anciedad y es mal dirigido) impide el progreso. Hay momentos en la vida que nos muestran que es hora de salir del nido, ya sea a través de circunstancias difíciles o de algún mentores.
La vida nos da señales para que dejemos el nido. A veces, esto se presenta como un desafío que nos obliga a avanzar, o como un mentor que, como la madre águila, nos empuja a volar. Dios tiene grandes planes para ti, pero he llegado a entender que Dios se muestra a los esforzados, no a los mediocres.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” – Josué 1:9