Desierto Parte 2: Las Razones
Ya sabemos que pasaremos por un desierto y que habrá pruebas en el camino. Aun así, debes tener presente que, si tus razones no son lo suficientemente fuertes, es posible que no logres atravesarlo.
Las personas que han superado su desierto tenían algo en común: sus razones eran más fuertes que sus excusas. Hace un tiempo leí la historia de Johnnetta McSwain, quien dijo: “tengo la oportunidad de ser lo que quiero ser”. Su historia me sorprendió, y creo que también puede impactarte. Johnnetta creció en un ambiente lleno de negatividad. Antes de que naciera, su madre ya la rechazaba. Al vivir con su abuela, fue abusada física y psicológicamente, y sus familiares no habían terminado el colegio. De regreso a casa, volvió a ser abusada, esta vez por su padrastro. Recurrió a las calles, y en su juventud, tuvo una hija fuera del matrimonio.
Este es un resumen breve de su vida, que da una idea rápida de sus circunstancias. Como ves, sus oportunidades de progreso eran mínimas, casi inexistentes. Sin embargo, un día se miró en el espejo y se dijo a sí misma: “Esto no es lo que quiero darle a mis hijos en el futuro”. A partir de ese momento, su vida comenzó a cambiar. Se convirtió en la primera de su familia en terminar el colegio y luego se mudó a otro estado en Estados Unidos, donde, a sus 30 años, logró terminar la universidad.
Muchos justifican sus fracasos por sus circunstancias. Pero debes comprender algo crucial: como dice John Maxwell, “No importa qué ocurrió primero, ya que una cosa alimenta la otra. ¡Lo que importa es que comience el ciclo del valor!”. Este ciclo se activa cuando tus razones superan tus excusas. Para Johnnetta, una sola razón fue suficiente para atravesar su desierto y superar sus pruebas.
¿Cuáles son tus razones? ¿Por qué quieres atravesar tu desierto? ¿Para quién quieres lograrlo? Escribe tus razones y mantenlas presentes en tu vida. Para poder ver la guía de Dios, es importante saber el “por qué”. “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar” (Isaías 48:17).