Desierto Parte 1: La Prueba
Hace un tiempo que no escribo estas reflexiones de crecimiento. Les cuento que he pasado por algunos obstáculos, y en ocasiones los he usado como excusas para no escribir… pero como me dijo una buena amiga: “No dejes lo que edifica a otros”. (Si estás leyendo esta reflexión, quiero decirte que permitiste que Dios te usara de una gran manera).
Siguiendo con el tema, en esta primera parte sobre el desierto quiero hablar de las pruebas. Todos atravesamos nuestro propio “desierto”, y aunque cada experiencia es diferente, algunos prolongan esta travesía y la hacen más difícil de lo necesario.
Los desiertos de la vida tienen varias etapas; hoy comparto contigo la fase de las pruebas. Las pruebas del desierto no son fáciles para nadie, pues traen consigo cansancio, desaliento, desencanto y decepciones. Pero, ¡solo aquellos que logran atravesarlo son quienes finalmente llegan a su tesoro, a sus sueños y cumplen su propósito!
El pueblo de Israel que salió de la esclavitud en Egipto no fue el que entró en la tierra prometida. Fueron aquellos que nacieron en el desierto quienes finalmente pudieron entrar. Este mensaje nos recuerda que, para lograr nuestros sueños, no podemos ser las mismas personas que éramos al inicio. Es la persona que se transforma en el desierto la que finalmente se convierte en alguien capaz de superar sus pruebas y cumplir sus sueños.
Mientras más grande sea el sueño, mayor preparación necesitarás. La persona que eres hoy no es la misma que alcanzará esos grandes sueños, porque, de serlo, ya estarían cumplidos. Como bien dice John Maxwell: “La educación es vital para alcanzar tus metas y propósito, pero no se trata solo de la educación del colegio o la universidad. Debes ser intencional al buscar el conocimiento que te preparará para lograrlo”.
Recuerda Jeremías 29:13: “Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme”. Así que si estás buscando, ten la certeza de que Dios te guiará hasta que lo encuentres.