Compasión vs. Autocompasión

En el proceso de aprender sobre crecimiento personal, comprendí que las emociones siempre estarán presentes en nuestra trayectoria, porque son parte de nosotros. Si te lideras a ti mismo (Dominio Propio), sabras cómo manejarlas, en lugar de permitir que ellas te controlen.

Descubrí que existe una emoción que actúa como un veneno silencioso, frenando nuestro desarrollo, crecimiento y propósito: la autocompasión. Esta emoción es destructiva. Mientras leía un libro de John Maxwell, encontré una reflexión de Eugene H. Peterson que me impactó:

“La compasión es una de las emociones más nobles que los seres humanos tienen a disposición; la autocompasión es posiblemente la más innoble. La compasión es la capacidad de entrar en el dolor de otro para hacer algo al respecto; la autocompasión es una incapacidad, una enfermedad emocional incapacitante que distorsiona severamente nuestra percepción de la realidad. La compasión descubre la necesidad de los demás de amor y sanidad y luego elabora un discurso y una acción que produce fortaleza; la autocompasión reduce el universo a una herida personal que se muestra como prueba de importancia. La compasión es adrenalina para actos de misericordia; la autocompasión es un narcótico que deja a sus adictos desaprovechados y abandonados.”

Después de leer esto, espero que no te permitas caer en el abismo de la autocompasión. Pedir ayuda para seguir avanzando está bien, pero autocompadecerte es otra cosa completamente diferente.

Recuerda, Dios es un ser lleno de compasión, pero Él actúa en favor de aquellos que mantienen una actitud de ganadores, personas que buscan ser mejores y caminan firmemente hacia el cumplimiento de su propósito.

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