El espíritu del Príncipe
“Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.” -Eclesiastés 10:4. De este versículo surge el título de esta reflexión. Conversando con mi mentor, me mencionó este pasaje, y me explicó que no debemos permitir que en nosotros se levante el “espíritu del príncipe.”
Para que lo entiendas bien, el príncipe es el hijo de un rey, heredero de su poder y privilegios. Por lo tanto, el esfuerzo que hace para obtener lo que desea es mínimo. Este versículo nos advierte sobre ese espíritu que se acomoda y se siente orgulloso por lo poco que se esfuerza, conocido como el orgullo.
Uno de los mayores impedimentos para el crecimiento personal eres tú mismo. El “espíritu del príncipe” es ese orgullo (muy conocido como ego) que te hace pensar que no necesitas esforzarte más. Como bien dijo Carl Jung: “A través del orgullo nos engañamos a nosotros mismos.”
He vivido la experiencia de este espíritu en mi propia vida y, por eso, puedo reconocerlo en otros. Afortunadamente, he aprendido a contrarrestarlo con una buena actitud, edificando al prójimo y aprendiendo a dar y recibir perdón. Todos enfrentamos momentos de orgullo, pero está en cada uno identificarlo y superarlo.
“El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos.” –Salmos 138:6. El orgullo nos aleja de las oportunidades, nos impide crecer y avanzar. Cuanto más orgulloso seas, más difícil será desarrollarte y alcanzar tus sueños.